Entender cómo funciona nuestro cerebro en situaciones de pánico, miedo y peligro, inducido por medios externos o propios -como está pasando en este tiempo por el COVID-19-, nos da pautas para responder de manera racional, así como ayudar a nuestras emociones y la amígdala (su principal función es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales, fundamentales para la supervivencia del individuo. Es la encargada de recibir las señales de peligro potencial y de desarrollar una serie de reacciones que ayuden a la autoprotección.) a reaccionar con calma y seguridad.
Aquí, unos principios básicos de cómo funciona nuestro cerebro:
1. Para el cerebro reptiliano es primordial un sentido de la seguridad y supervivencia, que corresponden con la necesidad humana de orden, rutina y disciplina.
2. Según el principio de supervivencia, en sucesos potencialmente peligrosos es mejor responder como si fueran reales, que no reaccionar. Al responder primero con la conducta el cerebro gana tiempo.
3. Al estimular un tercio de la amígdala se produce una reacción típica de miedo, una sensación de pánico combinada con el deseo de huir. Si estimulamos otro tercio, producimos lo que la gente describe como una reacción cálida, agradable y un comportamiento amigable de calma.
4. Pero la actividad de otro tercio resulta en explosiones de ira; reunir los tres mecanismos que desencadenan las estrategias básicas de supervivencia: huida, lucha y calma, en una sola pieza de tejido, permite que la transición de una a otra se pueda realizar velozmente.
5. Controlar las emociones implica el proceso inverso del que se hace para sentirlas. La amígdala recibe primero los estímulos emocionales y produce una respuesta automática, casi instantánea; sin embargo, un cuarto de segundo más tarde la información llega a la corteza frontal del cerebro, donde se adapta al contexto y se concibe un plan lógico de acción.
6. Si respondemos con una reacción lógica, el hipotálamo le da a su vez al cuerpo la orden de parar o echar para atrás la reacción instintiva, y a su vez, manda mensajes de calma, de esta manera las emociones son controladas por nuestro Neocortex.
7. Se puede perder el control sobre las emociones, cuando las señales enviadas de la corteza al sistema límbico sean demasiado débiles, como sucede con los niños que tienen muchos impulsos emocionales, ya que por la debilidad y distribución difusa de las señales corticales, no controlan bien emocionalmente, debido a que el sistema límbico todavía tiene que madurar, así como las células del lóbulo prefrontal, donde se procesan racionalmente las emociones, que recién madurarán del todo en la edad adulta.
En conclusión, debemos ayudar a nuestro cerebro reptiliano y límbico, aprovechando ese cuarto de segundo-, desde la orden a la REACCIÓN, y así RESPONDER de una manera lógica en cada adversidad, trayendo calma y desde allí, podremos ser de beneficio para otros.