Los seres humanos somos, básicamente, seres emocionales. Nuestras emociones ayudan a nuestra parte lógica a tomar decisiones en circunstancias de manera rápida, sin ellas nos paralizamos cuando la situación excede la capacidad de análisis lógico-racional y nuestra respuesta sería lenta y a su vez fatal.
El miedo, temor y pánico son estados emocionales generados por la percepción de un peligro presente. La versión más evolucionada del miedo es la ansiedad, que corresponde a una emoción orientada al futuro. La ansiedad es una respuesta adaptativa que puede ser muy útil, ya que también nos ayuda a la supervivencia.
Cuando el miedo y ansiedad aumentan nuestra mente tiende a asumir la opción negativa y pensar siempre que todo lo que está sucediendo es una catástrofe.
La sobreinformación puede aumentar la sensación de riesgo y, por ende, de miedo y de ansiedad; el estar expuestos a información negativa hace que el riesgo real crezca, volviéndonos psicosomáticos ante la sensación de amenaza y vulnerabilidad, haciendo que probablemente nos ocurra lo que tememos.
Por esto mi consejo es: Debemos enfocar nuestra atención en la información experta ya que eso sí puede ayudarnos a reducir los riesgos reales y protegernos en medio de cualquier situación.